viernes, 8 de abril de 2011

Trigesimoséptimo día.

Por fin, viernes, y otra cosa escrita por mí.

"Pero tú no estás. No estás. Y quizá fue culpa mía que te fueras. O no. Quizá fuimos los dos. Pero duele tanto pensar en todos aquellos años. Duele tanto levantarse cada mañana y pensar en ti, y buscarte, y descubrir que te fuiste, que no eras más que un sueño. El corazón late tan deprisa que parece a punto de estallar. Atrapado, atado fuertemente con cadenas que lo aplastan cada vez más. Y grito, y no me oyes, allá lejos. ¿Hasta cuándo durará esto? Te echo de menos. ¿Volverás a buscarme? Un día me prometiste que sí lo harías. ¿Acaso era mentira? No sé, puede que sí. Al fin y al cabo, también me prometiste que no me dejarías sola. Ya no puedo confiar en ti. No puedo sentarme a esperar a que vuelvas. ¿Sabes…? Yo antes no dependía de nadie. Entonces llegaste tú y lo cambiaste todo. Me cambiaste a mí, revolucionaste mi vida, mi alma, mis sueños. Incluso mi forma de pensar. Te amaba tanto. Te amo tanto. Y una parte de mí aún sigue queriendo correr a buscarte, a suplicarte que la dejes a ella y que vuelvas conmigo. La otra parte es el orgullo. Y me confunden, me confunden y hay veces que tengo que sujetarme con fuerza a algo para no ir hacia ti. Y me repito una y otra vez que, si ahora no estás, no merece la pena. Ahora, que es cuando más te necesito. Quizá logre olvidarte algún día, pero hoy no. Hoy te amo. Eso es todo."

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